miércoles, 16 de septiembre de 2009

Notas sobre “Más allá de la exotización y la sociologización del arte latinoamericano”. Carmen Hernández. pp. 167-176

Es reiterada la reivindicación de las prácticas artísticas como práctica política en Latinoamérica y su reconceptualización como campo no siempre al servicio de la alta cultura o como práctica que ya no se lee desde los parámetros estetizantes de una revaluada tradición interpretativa. Estos reclamos por parte de críticos literarios o artísticos, en general, han sido reacción al descuido, desinterés, rechazo o menosprecio con que los estudios culturales en Latinoamérica, tan marcados por las áreas sociales, han concebido el arte de cualquier tipo. Una miopía disciplinar más que la evaluación concienzuda del área y sus problemáticas y empresas.

Este texto de Carmen Hernández tiene el valor de poner a dialogar las afirmaciones y posturas de varios artistas y pensadores en torno a la posición del arte latinoamericano en el concierto mundial (donde por lo regular se lo exotiza), sus funciones en el contexto latinoamericano y su papel como herramienta de crítica social, de desveladura del poder y sus mecanismos, de frente descolonizador tan válido y necesario como los emprendimientos teóricos de otros intelectuales en Latinoamérica. A partir de este texto se hace evidente que los estudios culturales en Latinoamérica practican la misma estrategia de invisibilización con el arte (corporal, visual y literario) que los mercados globales practican con Latinoamérica; es decir, se guían por “una mirada estereotipada” del arte, por una “sensibilidad viciada” (172).

Todos estos alegatos parecen pugnas por un poder disciplinario, defensas del quehacer artístico desde el resentimiento por la exclusión de un terreno en apogeo (comercial universitario, si no necesariamente de producción intelectual ni de compromiso social). Pero ¿qué interés hay en instalar el arte (y su crítica) dentro de los estudios culturales en Latinoamérica como práctica intelectual en cultura y poder? La pregunta, me parece, debe ser otra. ¿Qué aportan estas prácticas (acciones corporales, obras literarias, crítica artística, y producciones visuales o plásticas) a los estudios culturales como trabajo académico, y como factor de transformación social?

La respuesta más evidente parece ser que darían carta de validez a los estudios culturales como proyecto con especificidad en el contexto latinoamericano. Es decir, que serían una forma de legitimizar un quehacer local a la luz de una trayectoria muy característica de Latinoamérica, donde el arte ha sido parte de los proyectos de crítica o ataque a estados de atropello e impunidad política, y un medio de reconstrucción del tejido social.

La pugna está más en el lado de lo teórico que en el de lo práctico o vivencial social (donde el papel y el efecto del arte son contundentes), puesto que de hecho estas disciplinas sociales (sea la sociología o la antropología) tendrían que reconocer que así como ese objeto del cual se ocupan (a saber, la cultura) se ha transformado abismalmente, así el arte (dentro de ella) ha vivido sus propias transformaciones. De modo entonces que el arte, en Latinoamérica, hoy en día, ya no es (ya no es sólo) ese objeto de contemplación, diseñado para el placer y el llamado buen gusto. Si bien efímero, transitorio, comprado por exótico o analizado como mero dato de comprobación sociológica, cierto arte sigue minando el terreno de lo social desigual, sigue desestabilizando políticas autoritarias, sigue produciendo estruendo en medios donde no se puede decir, sigue abordando “problemas históricos específicos” (170), sigue planteando (contundente, aunque fugazmente) “la necesidad de rediseñar la actividad intelectual latinoamericana” (170). Y eso no lo cambia el hecho de que esto se reconozca o no. Y si bien es cierto que el análisis teórico practicado por los estudios culturales sobre la realidad social ganaría muchísimo de aceptar como tema y como actitud el arte latinoamericano y su crítica, ¿qué ganarían la acción artística y la crítica de entroncarse con los estudios culturales? ¿qué ganarían más allá de la visibilidad que conlleva la institucionalización? ¿qué harían que ya no hagan (o digan hacer)? (Mónica)

sesión del 16 de septiembre

Empezamos repasando el texto de Carmen Hernández, “Más allá de la exotización y la sociologización del arte latinoamericano” acordado para la sesión. Pasamos luego a algunas impresiones, de nuevo, sobre el texto de Yúdice leído para la sesión anterior. En torno a estos dos textos hablamos de la conceptualización de 1) Lo político y 2) El arte, lo popular y si hay o no diferencias en el modo de acercarse a estos problemas desde el modus latinoamericano. Intentamos pensar cómo (o si) se puede fracturar esa división tajante entre política de la identidad/representación, papel del artista en el contexto estadounidense y el latinoamericano, si podemos ver y reconocer el cambio en la postura y función del arte en Latinoamérica en relación con lo social y lo político, y pensar por ejemplo el trabajo de un Botero o de un Diego Pombo, de otro modo. Leímos parte del texto-reflexión de Mónica.

Preguntaba Juan cuál era el objetivo o propósito de los estudios culturales, y qué es lo que consideran “político”, si lo individual (base del cambio colectivo) ya es político. Mencionamos entonces los dos objetivos explícitos de los eecc: desbordar los terrenos disciplinares y así enfocar nuevos problemas de orden político social con nuevas herramientas, y contribuir a una transformación social con miras al mejor vivir. En este sentido, no son ajenos a todo el movimiento de “pensamiento crítico” que ha caracterizado la vida intelectual latinoamericana de las últimas décadas. Aún nos parece evidente, desde el puto de vista del arte, que esa posición es “compleja, pero floja”: compleja porque quiere vincularse a lo político y cambiarlo desde los engranajes legales, pero a la vez flojo porque sus ´”intervenciones” (al menos las que podemos pensar) no afectan sino la superficie. Si el arte con algunas “intervenciones” no cala más hondo que estas prácticas meramente teóricas, en apariencia.

Por este lado volvimos sobre las llagas de los estudios culturales en Latinoamérica (en nuestro contexto de discusión): si se precisa definirlos o caracterizarlos, si la postura de no definirlos es un escudo defensivo o en verdad el efecto de haberlos reflexionado y ya no precisar volver a esa pregunta, si los requisitos para un trabajo de estudios culturales institucionalizados como maestría apelan vana y forzadamente a la caracterización o especificidad, si cuando en la última página de una tesis en esta área se saca de paso lo transdisciplinar y lo político es como respuesta a la exigencia institucional más que a un convencimiento de su necesidad como componentes de un “estudio cultural”. ¿Es más consecuente llamar a eso que no se define “estudios sociales” que “estudios culturales”? Obedece la sobrecarga de teoría (y su contraparte la escasez de “prácticas” en la maestría a una tendencia en los estudios culturales latinoamericanos, o simplemente es la forma que adopta aquí la división estudio (ergo metodología/epistemología)-práctica (ergo, extra-académica/proyecto-estrategia)? ¿Y en esa división, ya que la mucha teoría no se acompaña de la práctica (de un enseñar a “hacer” estudios culturales), no se vuelve el asunto mera “academia y carreta”? Dos pregunta más: ¿la obsesión de los estudios culturales por romper con lo disciplinar, proponer lo transdisciplinar (lamentablemente en nuestro caso no como parte del hacer, sino como exploración desde lo teórico), no termina haciéndo al campo bastante autista con relación a otras disciplinas (el caso arte sería sólo uno)? ¿No será que con tantas dificultades para delimitar o explicitar “lo político”, “lo transdisciplinar”, “la especificidad”, los estudios culturales terminarán alimentando a las disciplinas en vez de alimentándose de ellas, terminarán disolviéndose después de haber sembrado en las disciplinas que se rocen con ellos la perspectiva de que se puede cambiar de perspectiva, de enfoque, de acercamiento?

Terminamos la sesión acordando discutir para la próxima sesión el proyecto de Ariel, y cambiando los días y horas de reunión para los viernes (cada quince días), al mediodía, en la oficina 410 del bloque de la Facultad.

martes, 15 de septiembre de 2009

arte latinoamericano y eecc

Carmen Hernández. Más allá de la exotización y la sociologización del arte latinoamericano
http://sites.google.com/site/clasesdemonica/textos-grupo-de-estudio

Notas sobre Contrapunteo/Yúdice

Sobre: “Contrapunteo estadounidense/latinoamericano de los estudios culturales”. George Yúdice (Mónica)

Dimensionar en su justa medida las raíces (y los alcances) de la oposición entre los intelectuales latinoamericanos de izquierda a lo que viene del Norte (o de Europa) es una urgencia en los estudios culturales. Una urgencia que se desprende o se asocia al requisito de que sean “localizados” o “específicos”. El texto de Yúdice trae algunas piezas para armar este rompecabezas: es útil su paneo del inicio del texto por los supuestos del papel del intelectual y la cultura en la sociedad norteamericana y la gran diferencia con el papel que las sociedades latinoamericanas le han asignado. Es útil también su recorrido por el panorama de crisis generalizada tanto en las sociedades como en las disciplinas, y las transformaciones a que estos cambios obligan.

El texto no es inocente, y trae en sí un propósito por lo menos llamativo y, para mí, intrigante. ¿Cómo es que después de presentar convincentemente ese marco, el texto casi eche marcha atrás en el pasaje donde describe las funciones del intelectual en la nueva encrucijada social y disciplinaria: el breaker? Si bien es cierto que la posición martiana y decimonónica del rescate de “lo nuestro” y la oposición radical a la otra América precisa revisión por el marco político y social de hoy, la actitud es todavía necesaria (y el mismo Yúdice lo pinta en su apartado sobre El deseo global de los estudios culturales). La inquietud que queda es ¿en esas condiciones de desigualdad política y económica (ergo, cultural) entre el Norte y el Sur, es posible seguir proponiendo estos enlaces y negociaciones (la idea del breaker que adelanta Yúdice hablando de Mato) o hay que optar por una especie de aislacionismo (¿cómo, con qué formas, y con qué ventajas?). Por otro lado, se hacen punzantes dos preguntas más. Una, en el plano interno latinoamericano (y pensando en el texto de Silva): ¿cómo ese intelectual que hace estudios culturales puede desentramparse de la neocolonialidad que lo signa y que hace que esté entonces en un doble impase (con contendor/oponente tanto adentro (en su propio medio) como afuera (en el plano global)? Y dos, qué interesante que de todos los elementos posibles para caracterizar los estudios culturales en Latinoamérica Yúdice dé por sentado todo (metodología, límites disciplinares….) menos el tema (lo popular) y el agente (el intelectual).

No habíamos tratado con un texto tan centrado en este punto y vale interrogar el texto desde ahí. ¿Será el modo que Yúdice encuentra para ligar dos agendas que se presumen separadas (chicanos/latinoamericanos)? ¿Será una manifestación de su propio temor a la exclusión del campo (escribe desde EEUU)? ¿Qué aportes pueden hacer los estudios culturales norteamericanos a los latinoamericanos (máxime si pensamos en que señala varios aportes latinoamericanos a los estudios culturales)? Y a fin de cuentas, ¿son los estudios culturales resultado de una exigencia social (o una adaptación a esa exigencia) en Latinoamérica o aparecen como predadores de un contexto en transformación? En otras palabras, ¿sí implican una posición de intelectual distinto (¿distinto a qué?) y sí se necesitan?

miércoles, 24 de junio de 2009

Ilustrados: primer texto de discusión sobre historia

Para que tengan la referencia mientras lo subimos:
Silva, Renán. Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una comunidad de interpretación. Eafit, Medellín, 2002. Capítulo X: Cultura, política y sociedad: el mundo de los Ilustrados. pp. 575-642. 

De Certeau, agenda de la historia y de los eecc

Este texto resuena tremendamente con la agenda de los eeccaall y nos lleva a hablar no sólo de los propósitos del Grupo a largo plazo, sino también de esos roces de los eecc con la historia, y de los guiños muy específicos que hace.  Qué es un seminario. www.magarinos.com.ar/Certeau1.html



Yúdice, primer texto de discusión eeccaall


Contrapunteo estadounidense/latinoamericano de los estudios culturales

George Yúdice

http://www.enfocarte.com/5.25/pensamiento1.html


primeros textos para discusión

El texto teórico (sobre nuestra línea teórica eeccaalla) que sugiero para la primera sesión nos dará una idea amplia de las discusiones que mueven los estudios culturales en latinoamérica: sitúa los telones de fondo que son propios del trabajo crítico latinoamericano, y evidencia en casos concretos los intereses y pugnas de poder entre Norte/Sur, estudios aquí y allá. En ese sentido, es un abrebocas suculento para quienes llegan nuevos a estos debates: con este texto se enteran bien de las problemáticas, discusiones y demás, en torno a este campo.

El texto no nos resuelve todavía el problema del subalternismo en relación con eeccll, pero sí nos da puntadas para discutir en esa dirección. Y también sitúa coherentemente, por lo menos como punto de partida, el problema de lo popular y las identidades aquí. Propongo entonces:

Yúdice, George. "Contrapunteo estadounidense/latinoamericano de los estudios culturales." En:
Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Mato, Daniel (compilador). Clacso, Venezuela, 2002. pp. 339-352. Con enlace, y copiado, por si el sitio se descontinúa

Para historia, empecemos por:
Renán Silva, capítulo X de su libro  Los Ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una comunidad de interpretación. Eafit, Medellín, 2002. pp. 575-642

Sólo para discusión en cafetería, si les interesa: De Certeau "¿Qué es un seminario?" que a mi juicio refleja (y explicita) varias discusiones que hemos tenido respecto al alcance del trabajo académico, al compromiso de los estudios culturales con lo político, y el objetivo a largo plazo del Grupo de Estudio.


jueves, 18 de junio de 2009

Grupo de estudio: Latinoamérica y Estudios Culturales (eecc)

Latinoamérica –las implicaciones mismas de usar este concepto, a más de los rasgos históricos peculiares de este encuadre geo-político—suele darse por sentada en la combinación Estudios Culturales en Latinoamérica. Nos preguntamos cómo pensar los estudios culturales, su especificidad para esas coordenadas, cuando desconocemos los procesos, producciones, representaciones… que la han marcado o constituido. Nos anima entonces un propósito doble. Por un lado, seguir caracterizando facetas, aspectos metodológicos, intereses temáticos y problemáticas y tensiones prominentes dentro de los estudios culturales para el caso latinoamericano. Por otro lado, asomarnos al contexto concreto de Latinoamérica desde la perspectiva histórica, revisar algunos textos, hechos o personajes, con miras a comprender mejor cómo y por qué se conforma y se matiza un modo de ver y de hacer específico que pudiera llamarse latinoamericano en estudios culturales. E incluso, cómo o por qué se explican las tendencias distintas en Estudios Culturales dentro de la misma región.

Proponemos entonces sesiones semanales, de unas dos horas, donde leamos, discutamos y puntualicemos los alcances de dos textos, no muy extensos: uno histórico, uno teórico o aplicado en eeccaall. Quizá con un posible informe de alguien del grupo sobre otro texto que sirva de gran marco al texto histórico, por ejemplo, y una persona encargada de tomar notas para nuestro archivo compartido.

Empezaremos cronológicamente, desde el siglo XVIII, con un texto sobre la situación colonial de los intelectuales criollos, el problema de la raza y la representación (Renán Silva, cap. X de Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808). Paralelamente, leeremos un texto de George Yúdice ("Contrapunteo estadounidense/latinoamericano de los estudios culturales), éste último ya en línea en el blog  La fecha y hora de la primera sesión la decidiremos la primera semana de agosto de este año. En principio pensamos en un grupo conformado por estudiantes de maestría, de cualquier área de las humanidades o las sociales.