martes, 15 de septiembre de 2009

Notas sobre Contrapunteo/Yúdice

Sobre: “Contrapunteo estadounidense/latinoamericano de los estudios culturales”. George Yúdice (Mónica)

Dimensionar en su justa medida las raíces (y los alcances) de la oposición entre los intelectuales latinoamericanos de izquierda a lo que viene del Norte (o de Europa) es una urgencia en los estudios culturales. Una urgencia que se desprende o se asocia al requisito de que sean “localizados” o “específicos”. El texto de Yúdice trae algunas piezas para armar este rompecabezas: es útil su paneo del inicio del texto por los supuestos del papel del intelectual y la cultura en la sociedad norteamericana y la gran diferencia con el papel que las sociedades latinoamericanas le han asignado. Es útil también su recorrido por el panorama de crisis generalizada tanto en las sociedades como en las disciplinas, y las transformaciones a que estos cambios obligan.

El texto no es inocente, y trae en sí un propósito por lo menos llamativo y, para mí, intrigante. ¿Cómo es que después de presentar convincentemente ese marco, el texto casi eche marcha atrás en el pasaje donde describe las funciones del intelectual en la nueva encrucijada social y disciplinaria: el breaker? Si bien es cierto que la posición martiana y decimonónica del rescate de “lo nuestro” y la oposición radical a la otra América precisa revisión por el marco político y social de hoy, la actitud es todavía necesaria (y el mismo Yúdice lo pinta en su apartado sobre El deseo global de los estudios culturales). La inquietud que queda es ¿en esas condiciones de desigualdad política y económica (ergo, cultural) entre el Norte y el Sur, es posible seguir proponiendo estos enlaces y negociaciones (la idea del breaker que adelanta Yúdice hablando de Mato) o hay que optar por una especie de aislacionismo (¿cómo, con qué formas, y con qué ventajas?). Por otro lado, se hacen punzantes dos preguntas más. Una, en el plano interno latinoamericano (y pensando en el texto de Silva): ¿cómo ese intelectual que hace estudios culturales puede desentramparse de la neocolonialidad que lo signa y que hace que esté entonces en un doble impase (con contendor/oponente tanto adentro (en su propio medio) como afuera (en el plano global)? Y dos, qué interesante que de todos los elementos posibles para caracterizar los estudios culturales en Latinoamérica Yúdice dé por sentado todo (metodología, límites disciplinares….) menos el tema (lo popular) y el agente (el intelectual).

No habíamos tratado con un texto tan centrado en este punto y vale interrogar el texto desde ahí. ¿Será el modo que Yúdice encuentra para ligar dos agendas que se presumen separadas (chicanos/latinoamericanos)? ¿Será una manifestación de su propio temor a la exclusión del campo (escribe desde EEUU)? ¿Qué aportes pueden hacer los estudios culturales norteamericanos a los latinoamericanos (máxime si pensamos en que señala varios aportes latinoamericanos a los estudios culturales)? Y a fin de cuentas, ¿son los estudios culturales resultado de una exigencia social (o una adaptación a esa exigencia) en Latinoamérica o aparecen como predadores de un contexto en transformación? En otras palabras, ¿sí implican una posición de intelectual distinto (¿distinto a qué?) y sí se necesitan?

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