Es reiterada la reivindicación de las prácticas artísticas como práctica política en Latinoamérica y su reconceptualización como campo no siempre al servicio de la alta cultura o como práctica que ya no se lee desde los parámetros estetizantes de una revaluada tradición interpretativa. Estos reclamos por parte de críticos literarios o artísticos, en general, han sido reacción al descuido, desinterés, rechazo o menosprecio con que los estudios culturales en Latinoamérica, tan marcados por las áreas sociales, han concebido el arte de cualquier tipo. Una miopía disciplinar más que la evaluación concienzuda del área y sus problemáticas y empresas.
Este texto de Carmen Hernández tiene el valor de poner a dialogar las afirmaciones y posturas de varios artistas y pensadores en torno a la posición del arte latinoamericano en el concierto mundial (donde por lo regular se lo exotiza), sus funciones en el contexto latinoamericano y su papel como herramienta de crítica social, de desveladura del poder y sus mecanismos, de frente descolonizador tan válido y necesario como los emprendimientos teóricos de otros intelectuales en Latinoamérica. A partir de este texto se hace evidente que los estudios culturales en Latinoamérica practican la misma estrategia de invisibilización con el arte (corporal, visual y literario) que los mercados globales practican con Latinoamérica; es decir, se guían por “una mirada estereotipada” del arte, por una “sensibilidad viciada” (172).
Todos estos alegatos parecen pugnas por un poder disciplinario, defensas del quehacer artístico desde el resentimiento por la exclusión de un terreno en apogeo (comercial universitario, si no necesariamente de producción intelectual ni de compromiso social). Pero ¿qué interés hay en instalar el arte (y su crítica) dentro de los estudios culturales en Latinoamérica como práctica intelectual en cultura y poder? La pregunta, me parece, debe ser otra. ¿Qué aportan estas prácticas (acciones corporales, obras literarias, crítica artística, y producciones visuales o plásticas) a los estudios culturales como trabajo académico, y como factor de transformación social?
La respuesta más evidente parece ser que darían carta de validez a los estudios culturales como proyecto con especificidad en el contexto latinoamericano. Es decir, que serían una forma de legitimizar un quehacer local a la luz de una trayectoria muy característica de Latinoamérica, donde el arte ha sido parte de los proyectos de crítica o ataque a estados de atropello e impunidad política, y un medio de reconstrucción del tejido social.
La pugna está más en el lado de lo teórico que en el de lo práctico o vivencial social (donde el papel y el efecto del arte son contundentes), puesto que de hecho estas disciplinas sociales (sea la sociología o la antropología) tendrían que reconocer que así como ese objeto del cual se ocupan (a saber, la cultura) se ha transformado abismalmente, así el arte (dentro de ella) ha vivido sus propias transformaciones. De modo entonces que el arte, en Latinoamérica, hoy en día, ya no es (ya no es sólo) ese objeto de contemplación, diseñado para el placer y el llamado buen gusto. Si bien efímero, transitorio, comprado por exótico o analizado como mero dato de comprobación sociológica, cierto arte sigue minando el terreno de lo social desigual, sigue desestabilizando políticas autoritarias, sigue produciendo estruendo en medios donde no se puede decir, sigue abordando “problemas históricos específicos” (170), sigue planteando (contundente, aunque fugazmente) “la necesidad de rediseñar la actividad intelectual latinoamericana” (170). Y eso no lo cambia el hecho de que esto se reconozca o no. Y si bien es cierto que el análisis teórico practicado por los estudios culturales sobre la realidad social ganaría muchísimo de aceptar como tema y como actitud el arte latinoamericano y su crítica, ¿qué ganarían la acción artística y la crítica de entroncarse con los estudios culturales? ¿qué ganarían más allá de la visibilidad que conlleva la institucionalización? ¿qué harían que ya no hagan (o digan hacer)? (Mónica)
hola, bueno en el Le monde diplomatique colombia paarecio este articulo, http://www.eldiplo.info/docs/clacso17.pdf
ResponderEliminarsobre los retos de la izquierda en AL. y creo que nos sirve para pensar el papel de los eecc en AL.
trata un poco sobre como, a pesar de que procesos politicos y revolucionarios propios, la reflecion sobre los mismos siempre se ha realizado desde conceptos o teorías de europa, que parecen igualar lo que no es igual. desde semejante perspectiva me planteo la pregunta por la pertinenncia de los eecc en AL.
abrazo
ecs